Ángeles fajardianos vestidos de fe

Author
Sergio Arturo Pérez Echevarría
Estudiantes de la UCCFD Manuel Fajardo pertenecientes al Destacamento Nacional de Salvamento y Rescate

Tiemblan las manos a la hora de escribir esta nota, de esas que se piensan una y otra vez, antes de plasmar palabras que luego son insuficientes para hablar en nombre del corazón.

Hoy me siento orgulloso una y mil veces de haber escogido esta carrera, donde a paso de gigantes cursan pequeños grandes hombres y mujeres, de esos que día a día se enfrentan a terribles desventuras y regresan a sus hogares a abrazar a sus padres con la sencillez pasmosa de una humanidad que crece como solo lo hacen las grandes cosas de este mundo.

Cuando mi pueblo lloraba en estos días, una y otra vez, sabiendo las terribles consecuencias de este accidente mortal que cobrara la vida de 46 almas, con una coraza de fe, algunos cerraban paso al sueño terrenal, para abrir paso a los sueños de amor y fe. Cuando cerrábamos los ojos, bien tarde en la noche leyendo una y otra las noticias que rápidamente se suscitaban, hombres, mujeres y pequeños corazones de sonrisa y patitas alertas, se enfrascaban en dura labor, luchando por traer una sonrisa a algún hogar, donde al igual que ellos, rodilla en altar perenne, esperaban alguna noticia que les sacara de la angustia.

¿Cómo será de dura la misión de aquel humano que recoge entre suciedades herrumbrosas, hermanos que jamás volverán a abrir los ojos en este mundo? ¿Qué sueños traerá la vida cuando pasen los días, los meses y los años? Eso solo lo saben aquellos que han visto la muerte a simple vista, esos cuya lucha y fuerza es poca, en honor a su deseo.

Hoy debo decir que muchos no estuvieron temprano en sus hogares, y entre ellos, durante días interminables, tres almas gloriosas de mi tierra, que para bien algún día regresarán a este sitio llamado universidad del deporte. No habrá felicidad, no puede haberla más que saberse útiles, corajudos y portadores del amor y el cariño de su gente, esa que sabe ver con ojos de abrazos, besos y lágrimas cargadas de emoción.

José Angel Bermúdez Vega, esposo ejemplar, amante sin par de cachorros, a los que adora y gusta; Yoandra Suárez López, su esposa, su amiga y compañera; y Dariel Armas Sanabria sobrino de esos que enorgullecen a sus tíos, de los que a duras penas se les sacan notas que nos hacen sentir estos sentires, de los que con una naturalidad pasmosa nos demuestran cómo, dónde y de qué forma, existen y son los dioses de este mundo.

Gracias por elegir estudios en mi pacha mama, en mi alma mater, en este rincón de cielo azul, lleno de ilusiones y gente que vale por lo que hace y sabe. Gracias por tener en su pecho una bandera, por recordarnos que resistir es la única razón posible. No sé cuándo podré verles, aún queda por hacer y ustedes seguirán haciendo.  Solo sé que guardo en mi pecho la ilusión de abrazarles, aquí, donde se abraza de verdad a los héroes de carne y hueso, a los héroes de mi patria.

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