
Hacen ya 68 años que el líder histórico de la Revolución Cubana, el entonces joven abogado Fidel Castro, asumía su autodefensa en el juicio por los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes. En el alegato La Historia me absolverá, como bien se le conoce, se retomaban las tradiciones combativas de nuestro pueblo y el legado del Maestro para dar continuidad a un proceso iniciado en el año 1868. El suceso valdría, además, para iluminar el camino hacia la concreción de aspiraciones más nobles. Momento trascendental aquel, que permitió a la gran masa de desposeídos saberse protagonista de su propia historia.
Hoy es un hecho la absolución. El pueblo se identifica heredero de estos valientes jóvenes; su impronta se expresa en la fortaleza y unidad alcanzada para hacer frente a las adversidades, en la virtud del cubano que no se doblega ni deja mancillar aun en medio del asedio constante de sus hostigadores, en la disposición y empuje de las masas populares por defender las conquistas sociales y construir así un mundo más justo e igualitario.
Déjanos tu comentario