Entre las asignaturas que se imparten en la universidad del deporte se encuentra una que tiene indudablemente un peso específico tremendo. Sin lugar a dudas a lo largo de la carrera de licenciatura en cultura física, muchos se identifican con profesores y materias, pero cuando en Cuba se habla de Béisbol, innegablemente el tema toca ribetes de respeto y seriedad.
Hoy la realidad es compleja, y entre muchos entramados y vericuetos de la vida, entre los años, contradicciones, decepciones, reveses, errores, alegrías fulgurantes que se extinguen y descontentos que llegan y parecen no querer irse, hablar de béisbol pudiera resultar irrelevante, o así pudieran pensar algunos. Pero cuando entramos al terreno, todo cambia. Es como si nos tele transportáramos a un mundo perfecto desde la imperfección. Puede que el ómnibus llegara a deshora, que las dificultades intenten abrumarnos, pero el olor a yerba recién cortada, el aire, la paz, la alegría, las ganas de vivir y la sensación es tal que nos hace sentir que estamos en el lugar correcto.
Siempre llega la jarana heredada de nuestros vetustos precursores, la anécdota que alegra, historias contadas una y otra vez, que no por repetidas dejan de divertirnos. Cada cual, con sus ideas, religiones y conflictos, pero somos gente de béisbol, gente que sufre y goza, gente que siente y vive para y por este gran deporte.
Entre semana pasamos el tiempo entre implementos, tablillas, cuidados y consejos, y cuando llega el fin …más béisbol, entre amistades y familia. Y es que así somos, entre col y col una palabra que huele a swines y fildeos.
Que yo recuerde nunca tuvimos los mejores implementos, ni los mejores terrenos, ni las condiciones soñadas. Lo poco o mucho con que contamos es gracias al esfuerzo de todos, y lo que hay se comparte, pensando en lo más importante: el béisbol y nuestros estudiantes.
No sé a ciencia cierta cómo ni porqué, pero no hay conversación, preparación o reunión en la que no se termine hablando de Ealo, de nuestros profesores, del béisbol cubano, de la realidad, de lo que se puede hacer para rescatar lo que un día tuvimos, y de lo que nos falta por aprender. Aquí nadie tiene la verdad absoluta, ni los de más experiencia. Algunos parecen inmersos en sus trajines de la vida, pero apenas aparece un torneo y se revienta whatsapp con análisis criterios y posicionamientos increíbles.
Aquí no caben las palabras venenosas, las verdades a medias, ni tintas ni sombrías. Las íes llevan puntos, los rostros reflejan la sinceridad de los que sienten y padecen, y el orgullo de cubano sale por encima de todo, porque se practica el patriotismo natural, ese que se siente y que nos hace multiplicarnos, como en los buenos tiempos, en los que vencíamos no solo por talento, sino por la vergüenza y el decoro.
Es cierto que el hombre no vive solo con amores, pasiones y pensares. Hay que llenar la mesa, vivir por la familia y pensar que existe un mundo más complejo que el latino, más amplio que un uniforme y más alto que una torre de esas que se encienden en la noche para iluminar el infinito; pero no dejemos que nos roben esta locura apasionante; no permitamos que nos apaguen la luz que nos ha iluminado durante tantos y tantos años. Que la alegría no se extinga, aunque se empeñen en quitárnosla. Amemos al béisbol, como hemos amado siempre todo lo bello y justo de este mundo.
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